Los beneficios de liberar a los terroristas iraníes no justifican ni de lejos los costes
By Amigos españoles de Irán libre - agosto 14, 2022
Por: Alejo Vidal-Quadras
Hasta que el Gobierno belga nos dé razones sólidas para concluir lo contrario, debemos asumir, por desgracia, que cada día que pasa nos acerca a la liberación de un terrorista iraní debidamente condenado. También debemos asumir que las autoridades iraníes esperan ese resultado tanto como nosotros lo tememos y que sus expectativas ya están guiando sus acciones y planes futuros.
La firma del tratado para el "traslado de personas condenadas" fue uno de los incidentes más vergonzosos de la historia reciente de Bélgica, sólo superado por la ratificación de ese tratado por parte de los partidos. La vergüenza nacional resultante se agravará sin medida si el tratado se aplica realmente con el fin de liberar a Assadollah Assadi, el ex diplomático iraní que fue capturado con las manos en la masa en 2018, liderando un complot para bombardear una reunión internacional de activistas iraníes y dignatarios occidentales simpatizantes.
Algunos podrían argumentar que la liberación de Assadi es un compromiso moral que vale la pena hacer si significa salvar aunque sea a un ciudadano europeo del sufrimiento prolongado y la posible muerte dentro del inhumano sistema penitenciario de Irán. Tales argumentos son dolorosamente miopes en la medida en que ignoran el impacto a largo plazo que el tratado tendrá seguramente sobre otros nacionales occidentales, la seguridad global y los intereses occidentales en su conjunto.
En general, se espera que si Assadi es liberado, sea como parte de un canje de prisioneros en el que también participe el cooperante belga Olivier Vandecasteele, que al parecer fue tomado como rehén por las autoridades iraníes en febrero, casi exactamente un año después de que Assadi fuera condenado por conspiración para cometer terrorismo y asesinato en masa y sentenciado a 20 años de prisión. Queda por ver qué otras concesiones podrían acompañar a este canje, pero el régimen iraní tiene un largo historial de exigir y recibir recompensas exageradas por la simple suspensión de sus torturas a rehenes occidentales.
Es decir, Teherán ya ha recibido sobradas razones para creer que la toma de rehenes constituye una estrategia eficaz y lucrativa para tratar con adversarios extranjeros. Por ello, el régimen mantiene actualmente detenidos al menos a 20 ciudadanos europeos y estadounidenses y residentes permanentes con cargos no probados o manifiestamente falsos.
Hasta ahora, se esperaba que estas personas pudieran ser utilizadas como moneda de cambio para asegurar la liberación de iraníes condenados en el extranjero por violaciones de sanciones o delitos menores. Sin embargo, la liberación de Assad daría a Teherán toda una serie de nuevos incentivos para la toma de rehenes, al revelar que esa práctica puede en realidad alentar a los responsables políticos occidentales a mirar hacia otro lado en relación con graves actividades terroristas.
Los defensores de la "Transferencia de Personas Condenadas" podrían desestimar esta advertencia como una exageración. Después de todo, Assadi no tuvo éxito en su intento de bombardear la Cumbre Mundial "Irán Libre" mientras se celebraba en un centro de exposiciones cerca de París, pero esta respuesta, además, es miope. Pasa por alto el hecho de que los detalles de la trama de Assadi revelan que tenía el potencial de ser el peor ataque terrorista en suelo europeo hasta la fecha y que el antiguo tercer consejero de la embajada del régimen en Viena había utilizado sus privilegios diplomáticos para evadir los procedimientos normales de seguridad y pasar de contrabando explosivos de gran potencia a Europa en un vuelo comercial.
Estos hechos no son intrascendentes por el simple hecho de que los aspirantes a terroristas fueran detenidos y nadie muriera. La pérdida potencial de vidas merecía un castigo grave en sí mismo, como dictaminó correctamente el tribunal de Amberes el año pasado. La sentencia de 20 años de Assad merece ser aplicada en su totalidad, tanto por el bien del castigo legal como por el bien de disuadir a aquellos operativos iraníes que podrían estar dispuestos a seguir sus pasos si creen que su fracaso tendría consecuencias limitadas o nulas.
Ya sabemos que tales operativos ya están en marcha en todo el continente europeo. La detención de Assadi aportó pruebas documentales de sus reuniones con docenas de agentes en varios países diferentes, muchos de los cuales recibieron pagos por servicios desconocidos. Aunque podemos suponer con optimismo que esas pruebas están ayudando actualmente a las fuerzas de seguridad europeas a rastrear y desbaratar las redes terroristas iraníes, no podemos confiar únicamente en esas agencias para mantener a la población de Europa a salvo cuando existen herramientas políticas y legales que podrían minimizar la amenaza.
La plena aplicación de la sentencia de Assadi es sólo una de esas herramientas. Otras incluyen la ampliación de los regímenes de sanciones existentes y el cierre de embajadas y fundaciones iraníes que muy probablemente den cobertura a espías y agentes terroristas.
Alejo Vidal-Quadras, catedrático español de física atómica y nuclear, fue vicepresidente del Parlamento Europeo de 1999 a 2014. Actualmente es presidente del Comité Internacional en Busca de Justicia (ISJ), con sede en Bruselas.
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