El presidente del régimen de Irán realmente cumplió con su misión

By Amigos españoles de Irán libre - agosto 28, 2022

 


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En las últimas semanas se ha producido una verdadera avalancha de amenazas terroristas por parte del régimen que gobierna Irán. Este hecho debería servir de llamada de atención a los funcionarios occidentales, sobre los fallos recientes y de larga duración de la política iraní. Incluso, si no tiene ningún impacto en el acuerdo pendiente para revivir el acuerdo nuclear de 2015, debería al menos incitar a Occidente a alejarse de la suposición subyacente de buena fe por parte de Teherán, y reconocer que, al tratar a Irán como un país normal, sólo envalentonan los comportamientos que lo marcan como cualquier cosa menos eso.

 

Desde que el líder supremo del régimen, Jamenei, nombró a Ebrahim Raisi como nuevo presidente, el clima general de represión se intensificó en todo el país. Jamenei había seleccionado a Raisi para la presidencia, con la expectativa de que aplicaría prácticas similares a las que guiaron la masacre de 1988.

 

Naturalmente, esto conlleva fenómenos como las detenciones masivas y la rápida aplicación de penas capitales. Pero también hay un componente de política exterior en la represión de la disidencia por parte del régimen, y esto ha demostrado ser importante ante los múltiples levantamientos de los últimos años. La primera de ellas, en enero de 2018, llevó a Jamenei a pronunciar un discurso en el que reconoció que la Organización Mojahedin-e-Khalq (MEK), había desempeñado un papel importante en la organización de las protestas a nivel nacional, y en la promoción de lemas como "muerte al dictador", que comunicaban la demanda popular para cambiar de régimen.

 

La preocupación por la creciente influencia del MEK ha sido evidente desde entonces, y ha dado lugar a ataques no solo contra sus "Unidades de Resistencia" dentro de Irán, sino también contra sus miembros y afiliados en todo el mundo. En marzo de 2018, las autoridades albanesas desbarataron un complot para desplegar un camión bomba, contra el complejo del MEK en ese país. Y en junio, varios cuerpos de seguridad europeos descubrieron un complot para infiltrarse y poner una bomba en un mitin internacional, que fue organizado por el NCRI cerca de París.

 

A mediados de julio de este año, el MEK se vio obligado a posponer un mitin previsto en Ashraf 3, Albania, después de que las autoridades albanesas identificaran amenazas creíbles de ataque por parte de agentes de la inteligencia iraní. Esas amenazas fueron desbaratadas en gran parte por la promulgación de órdenes de registro emitidas por un tribunal albanés, especializado en delincuencia organizada, que reveló entonces que había estado investigando una red local de inteligencia y terrorismo iraní, desde la época del atentado perpetrado en 2018.

 

A pesar de que esa red quedó al descubierto, el régimen de Teherán no tardó en redoblar sus amenazas contra el MEK, y un medio de comunicación de línea dura abogó abiertamente por un ataque militar contra Ashraf 3. Ese medio, la Agencia de Noticias Fars, supuestamente cercano al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, ya había promovido anteriormente amenazas contra una amplia gama de objetivos, incluidos ex funcionarios estadounidenses a los que consideraba responsables del ataque con drones de enero de 2020, que mató a Qassem Soleimani, que como comandante de la división de operaciones especiales en el extranjero del CGRI, la Fuerza Quds, era el principal operativo terrorista del régimen.

 

La gravedad de esas amenazas quedó claramente demostrada a principios de este mes, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos, abrió un caso contra Shahram Poursafi, un oficial del CGRI, quien, sin saberlo había establecido comunicación con un informante confidencial y delató sus planes para asesinar al ex asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton. Al parecer, los planes de Poursafi se extendían también al ex secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, y tal vez a otros.

 

Por tanto, las amenazas a sus vidas se entienden como consecuencia de los mismos factores, los cuales subyacen a los complots para atacar a Ashraf 3. Entre ellos, se encuentra el aumento de las actividades malignas asociadas al gobierno de Raisi, así como el silencio occidental sobre esas actividades y el propio nombramiento de Raisi.

 

Lamentablemente, ese silencio no ha hecho más que reforzarse, en medio de la actual avalancha de amenazas terroristas, que se intensificaron hasta el punto de un ataque directo el 12 de agosto, cuando un admirador del régimen iraní y del CGRI, apuñaló al escritor Salman Rushdie, en un evento literario del oeste de Nueva York, en un aparente esfuerzo por aplicar la fatwa de 1989 que pedía su muerte.

 

Incluso después de que Teherán justificara y elogiara ese ataque, los esfuerzos por restablecer el acuerdo nuclear iraní prosiguieron, sin que hubiera nuevas objeciones o exigencias por parte de Occidente. Mientras tanto, el gobierno belga continuó avanzando hacia la implementación de un tratado con el régimen iraní, el cual se espera, prepare el terreno para que el terrorista-diplomático Assadollah Assadi, sea liberado a sólo cuatro años de su condena de 20 años.

 

Lo más alarmante de todo es que Estados Unidos y las Naciones Unidas parecen haber pasado por alto cada una de las recientes amenazas terroristas, y la tendencia general al alza de las actividades malignas de Teherán, para dejar en pie una invitación con la que Ebrahim Raisi pronuncie un discurso en la Asamblea General de la ONU, el mes que viene.

 

Si estos planes no se modifican, concediendo a Raisi un visado para visitar Nueva York, se otorgará una legitimidad indebida a un criminal, cuyo propio pueblo lo ha condenado rotundamente como "carnicero", y se reforzará una vez más la sensación de impunidad que impulsó a ese criminal, a supervisar una oleada de amenazas y abusos contra los derechos humanos, no sólo dentro de su propio país, sino en todo el mundo.

 

En retrospectiva, se podría argumentar que Ebrahim Raisi realmente cumplió las promesas que hizo a la clase dirigente del régimen. Esto nos lleva a preguntarnos si los líderes occidentales harán lo mismo con el juramento que hicieron a sus ciudadanos y principios.

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