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Ante las crecientes tensiones mundiales y una sociedad explosiva, el líder supremo del régimen iraní recurrió a una serie de medidas políticas, buscando consolidar el poder y estabilizar su régimen. El epítome de esta campaña fue el nombramiento de Ebrahim Raisi, figura clave en la masacre de más de 30.000 presos políticos en 1988, como presidente del régimen. Jamenei también purgó el Majlis (parlamento) de sus rivales, con la esperanza de formar un frente unido contra los disturbios internos y la presión internacional.

Sin embargo, a poco más de un año del inicio de la presidencia de Raisi, el régimen se enfrenta a crecientes luchas intestinas, funcionarios que supuestamente eran aliados ahora ya se enfrentan entre sí, incriminándose mutuamente por las numerosas crisis a las que se enfrenta el régimen, en los ámbitos socioeconómico y político.

Las disputas entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como con la Guardia Revolucionaria (IRGC), pilar clave del poder de Jamenei, han llegado a un punto en el que los propios funcionarios del régimen, hacen saltar las alarmas sobre los derroteros que pueden tomar estas disputas.

Una disputa clave que no ha disminuido, es la lucha por el poder económico. Un ejemplo es la reciente investigación del Majlis sobre un caso de malversación de 920 billones de riales, en la empresa siderúrgica Isfahan Mobarakeh, que se suponía, sacaría a la luz la corrupción en el gobierno de Hassan Rouhani (predecesor de Raisi), pero terminó revelando una corrupción mucho más profunda, en docenas de instituciones del régimen, como el CGRI, las oficinas de los líderes de la Oración del Viernes, otras empresas estatales y el propio Majlis.

Tras el informe del Majlis, el diputado Hossein Mirzai, quien participó en la investigación, reveló en una entrevista televisiva que, algunos funcionarios ofrecieron sobornos monetarios para modificar el contenido del informe.

Mientras los funcionarios del régimen siguen luchando por ver quién saquea una mayor parte de la riqueza de Irán, también tienen miedo de la latente ira pública, dirigida a los líderes y funcionarios del régimen, que se han convertido en el símbolo de la fuente de todo el sufrimiento del pueblo.

Los funcionarios del Majlis, que fueron designados para apoyar a Raisi, critican ahora constantemente la pésima actuación de su gobierno, y como el continuo declive de la economía está exacerbando el descontento público. La tensión entre el Majlis y el gobierno de Raisi, ha llegado rápidamente al punto de que varios diputados han pedido la dimisión de funcionarios clave en el gobierno. El último ejemplo es el de Javad Karimi Ghodoosi, un diputado muy vinculado a Jamenei, que ha pedido la dimisión del primer vicepresidente de Raisi, Mohammad Mokhber. "Cada hora que permanece causa daño", señaló Ghodoosi.

Los conflictos internos se han extendido a otros ámbitos, incluidas las conversaciones nucleares. Mientras se habla de un posible acuerdo, el diario Keyhan Daily, que refleja las opiniones de Jamenei, publicó un artículo el 22 de agosto, en el cual atacaba tácitamente al gobierno de Raisi, y decía: "Las afirmaciones hechas sobre el acuerdo nuclear son todas mentiras. No se levantará ninguna sanción en este acuerdo".

Una vez más, es importante notar la relevancia de estas disputas, a la luz de los inmensos esfuerzos que Jamenei y su entorno, han emprendido para asegurar que la jerarquía de poder esté lo más unificada y alineada posible.

Estas y otras muchas disputas al más alto nivel del poder, son la prueba del fracaso del "proyecto Raisi" de Jamenei, quien no ha conseguido alcanzar su objetivo final, que es la supresión de la oposición, así como la expansión de los movimientos de protesta. Dichas protestas, se han hecho más intensas y frecuentes durante el mandato de Raisi, y el "Muerte a Raisi" se ha convertido en un lema popular en todo Irán.

Es sólo cuestión de tiempo para que se produzca otro levantamiento a nivel nacional. Y cuando lo haga, Jamenei no tendrá el régimen unificado que necesita para mantenerlo.