El régimen de Irán es más vulnerable que nunca

By Amigos españoles de Irán libre - agosto 23, 2022

 


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Durante más de cuatro décadas, la dictadura teocrática de Irán ha justificado su gobierno, en parte con una narrativa que se autoproclama como la única opción viable para el gobierno de la nación iraní. Teherán también se ha basado en la afirmación de que no existe una oposición significativa a su gobierno. El Ministerio de Inteligencia y los medios de comunicación estatales de Irán, han intentado durante mucho tiempo, descartar al principal grupo de resistencia prodemocrático, la Organización Popular Mojahedin de Irán (PMOI/MEK), mediante una campaña de demonización generalizada, en la cual afirma que el MEK carece de apoyo dentro de Irán.

Sin embargo, el régimen dio sobradas razones para dudar de la sinceridad de esa afirmación el año pasado, cuando el líder supremo del régimen, Alí Jamenei, eligió a Ebrahim Raisi como presidente del régimen.



 

Anteriormente, Raisi había sido uno de los principales instrumentos de la llamada destrucción del MEK, al ser uno de los cuatro funcionarios de la "comisión de la muerte" de Teherán en 1988, desempeñando el papel principal en una masacre de 30.000 presos políticos, en su mayoría afiliados al MEK. A largo plazo, Raisi siguió contribuyendo de otras maneras a la supresión de la disidencia, y en 2019, como jefe del poder judicial, supervisó aspectos clave de la represión de las protestas en todo el país, en las que murieron otros 1.500 activistas pacíficos.

 

Su posterior ascenso a la presidencia, mostró claramente el compromiso del régimen con más de la misma represión. Pero promoviendo específicamente a alguien cuya pretensión de infamia implicaba una confrontación brutal y directa contra el MEK, el líder supremo, sólo reforzó la percepción del MEK como una fuerza mucho más importante de lo que el régimen había estado generalmente dispuesto a admitir.

 

Jamenei se había visto obligado a admitir precisamente eso, más de tres años antes de que Raisi fuera confirmado como el nuevo presidente. En enero de 2018, Jamenei pronunció un discurso contra un levantamiento antigubernamental a nivel nacional, el primero de varios, en el cual señaló que el MEK había "planeado durante meses" facilitar los disturbios, así como promover consignas como "muerte al dictador".

Esas consignas siguen circulando con regularidad incluso hoy, y desde junio de 2021 se les ha unido el "muerte a Raisi", como una particular expresión de desafío ante los últimos esfuerzos de Jamenei, por encumbrar a los elementos más represivos del régimen, especialmente a aquellos que apuntan específicamente al MEK. Esto a su vez, pone de manifiesto la amplia aceptación popular del MEK, así como su coalición matriz, el Consejo Nacional de la Resistencia de Irán, como emblemas de una alternativa viable y democrática, a la dictadura teocrática.

 




Ya debería estar claro que la estrategia represiva del régimen para elegir a Raisi, ha fracasado. De hecho, el descontento popular es tan vigoroso y generalizado hoy, como lo era antes de la selección de Raisi.

 

Aunque el régimen intensificó sus actividades represivas, para proyectar una imagen de fortaleza, en realidad, se demuestra su vulnerabilidad. En la situación actual, las protestas domésticas han sido un hecho casi constante en Irán desde mayo, cuando las manifestaciones previamente planificadas por los sindicatos de profesores, se convirtieron directamente en protestas por los recortes arbitrarios de los subsidios alimentarios, así como por el colapso mortal de un edificio, el cual los activistas destacaron como un ejemplo de los efectos debidos a la corrupción endémica.

 

Estas actividades se han visto sin duda alentadas por el aumento de la conciencia pública de la oposición organizada, especialmente bajo la bandera del MEK, que ha dado a conocer su presencia a través de actividades con la red de Unidades de Resistencia. A principios de este año, esta red pudo reivindicar la responsabilidad de la quema de una estatua recién inaugurada del difunto comandante de la terrorista Fuerza Quds, de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, así como la toma de las señales de emisión de medios de comunicación estatales, que se utilizaron para repetir eslóganes que pedían el cambio de régimen, y para reproducir fragmentos de discursos de Massoud y Maryam Rajavi.

 

La comunidad internacional está tomando nota de estos indicadores de la vulnerabilidad del régimen, y de la falta de apoyo público. Pero aún queda trabajo por hacer para guiar a los responsables políticos occidentales, hacia una comprensión adecuada de la verdadera vulnerabilidad del régimen, y del potencial de un cambio realmente transformador.

 

Por supuesto, muchos de esos responsables políticos llevan años reconociendo ese potencial, como lo demuestra su participación periódica en conferencias internacionales, así como concentraciones organizadas por el NCRI, con el objetivo de destacar los avances que su principal grupo constituyente ha conseguido dentro de la sociedad iraní. A principios de este mes, algunos de esos simpatizantes compartieron sus mensajes para acompañar a los proporcionados por 5.000 Unidades de la Resistencia dentro de Irán, para su difusión en la sede del MEK en el exilio, en Ashraf 3, Albania.

 


Tony Clement, ex ministro del gobierno de Canadá, dijo en uno de esos mensajes: "Hay una marea creciente de protestas... que anima al pueblo de Irán a expresar su oposición al régimen, y hace añicos el aire de invencibilidad e intimidación del régimen, que intentan utilizar para denigrar la moral de las personas, quienes desean enfrentarse a este régimen".

 


Por desgracia, esa estrategia ha tenido un éxito moderado durante gran parte de los últimos 43 años, y el "aire de invencibilidad" del régimen pareció incluso convencer a Estados Unidos, así como a otras poderosas naciones occidentales, de que habría sido inútil oponerse activamente a un liderazgo iraní atrincherado, para el que supuestamente no había ninguna alternativa viable. Pero durante ese tiempo, cada vez más responsables políticos han llegado a reconocer que el NCRI es precisamente esa alternativa.

 

El derrocamiento requerido está ahora más cerca que nunca, y el pueblo iraní podrá ciertamente alcanzarlo, y reclamarlo siempre que la comunidad internacional no tome medidas para apaciguar, legitimar, o fortalecer de alguna otra manera al régimen clerical. Para ello, todas las naciones occidentales deben prescindir de una vez por todas de cualquier idea de que ese régimen, que se ha visto sacudido por cuatro años de protestas prácticamente continuas, es invencible, estable o forma parte inevitable de la política a futuro en Oriente Medio.

 

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