Irán: La muerte de Mahsa Amini inflama una sociedad sofocada desde hace cuatro décadas

By Amigos españoles de Irán libre - septiembre 20, 2022



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 Irán se ve sacudido por las protestas tras la trágica muerte de Mahsa Amini. Desde el 16 de septiembre, cuando las noticias sobre la trágica muerte de una joven de 22 años en Teherán, se hicieron públicas, una vez más el mundo conoció al inquieto país, a través de historias distintas a la habitual saga del terrorismo nuclear.

Mahsa fue víctima de la brutal policía de la moral en Teherán. Pertenecía a la minoría étnica kurda de la ciudad de Saqqez, en el noroeste de Irán. Su nombre fue noticia en todo el mundo, con más de 8 millones de publicaciones en las redes sociales, y desencadenó una nueva ola de protestas en tres provincias y seis ciudades, hasta el momento.

Mahsa fue detenida el 13 de septiembre, y golpeada por la policía de la moralidad del régimen con el pretexto de "malvestirse". Entró en coma durante tres días.

Quizás Mahsa no sabía que su vida y su muerte encenderían un fuego bajo el brebaje de la ira social en Irán. En Irán hay decenas de millones de niñas y mujeres como Mahsa, oprimidas por el régimen misógino, quienes que viven una vida sin el más mínimo atisbo de esperanza. El régimen clerical ha asesinado a decenas de miles de mujeres disidentes en sus mazmorras, así como en la horca, a lo largo de las últimas cuatro décadas.


Su foto y su nombre han circulado ampliamente por las redes sociales, y ha sido el tema más destacado del mundo en los últimos días. Desde medios internacionales hasta celebridades y artistas, todos expresaron su apoyo a Mahsa, así como a todas las mujeres iraníes.

Las redes sociales no fueron el único lugar de protesta. La gente no tardó en salir a la calle, y las protestas se convirtieron en un escenario de enfrentamiento entre la gente y las fuerzas del régimen. Kian Derakhashan, un joven manifestante, fue asesinado a tiros, y cientos resultaron heridos.


Los últimos informes procedentes del Kurdistán, Teherán y Karaj, indican que la gente coreaba eslóganes contra el régimen en su totalidad y arrancaba carteles del líder supremo de los mulás, Alí Jamenei, y de su eliminado cerebro del terrorismo, Qassem Soleimani.


Irán, que ha sido escenario de ocho grandes levantamientos en los últimos años, sufre una economía en declive atrofiada por las políticas monopolistas y la corrupción sistemática, unas infraestructuras deterioradas, y unos puestos de trabajo bien remunerados que van a parar a las privilegiadas élites afines al Estado.


En sus últimos informes, la Universidad Suprema de Defensa Nacional del régimen, reconoce que "tres de cada cuatro iraníes participan en las protestas".  Después de examinar los últimos grandes levantamientos de 2018 y noviembre de 2019, concluyó que "Con la continuación de la crisis económica y el fuerte aumento de la sensación de injusticia y desigualdad en la sociedad, si los levantamientos se producen de nuevo, casi el 75% de la gente participará en las protestas".


"Todos estos factores han cambiado por completo aspectos de la sociedad iraní, y junto con las dos olas de protesta de enero de 2018 y noviembre de 2019, se ha reforzado la sospecha de que la sociedad iraní está en el umbral del colapso político".

El SNDU no es la única organización afiliada al Estado que advirtió al régimen. Los medios de comunicación estatales de Irán y los discursos de los funcionarios, están plagados de advertencias sobre la volátil sociedad.

"Hago un anuncio oficial... hemos llegado al final del camino, lo que significa que estamos completamente aislados del pueblo, y éste ha perdido toda esperanza en nosotros. Hemos llegado al final. Nos vemos obligados a imponer nuestras medidas recurriendo a la fuerza", advirtió el 12 de septiembre Rasul Montajabnia, un antiguo alto funcionario.

El brutal asesinato de Mahsa, no es el primero, ni el último de los crímenes de este régimen genocida. La actual ola de protestas tampoco es el primero, ni el último esfuerzo del pueblo iraní, por derrocar al régimen. Pero la reacción de la sociedad al asesinato de Mahsa Amini, demostró que la rabia de la nación contra todo el establishment gobernante, es mucho más profunda que un acto emocional temporal. Es una frustración de cuatro décadas que estalla, con cualquier chispa.

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