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El asesinato de Mahsa Amini, de 22 años, a manos de la policía de la moral del régimen iraní, no ha sido el primer acto de brutalidad del régimen, ni será el último.

Mahsa Amini, que había viajado a Teherán con su familia desde Saqqez, al oeste de Irán, fue detenida en la estación de metro de Haqqani, en la noche del 22 de septiembre. Estaba con su hermano cuando la detuvieron. Según sus familiares, las fuerzas de seguridad maltrataron a Kiaresh Amini, hermano de Mahsa, que intentó impedir su detención. Le dijeron a su hermano que Mahsa sería liberada "después de una hora de clase de orientación y tras firmar un compromiso".

Mahsa fue llevada al centro de detención de Vozara, y al cabo de dos horas, fue trasladada inconsciente al hospital de Kasra. Tras examinar a Mahsa, los médicos declararon que había sufrido simultáneamente un infarto y muerte cerebral. Se ha informado de que la muerte cerebral de Mahsa se debió a la fractura de su cráneo, tras los fuertes golpes que recibió en la cabeza.

En las redes sociales han circulado fotografías de Mahsa tumbada en la cama del hospital, en coma, con vendas alrededor de la cabeza y tubos de respiración. Indignados por el asesinato de la inocente Mahsa Amini, muchos hombres y mujeres valientes de Teherán salieron a la calle tras anunciarse su muerte, y marcharon hacia el hospital de Kasra, en el centro-norte de la capital.

También estallaron protestas en Saqqez, la ciudad natal de Mahsa, tras su funeral el 17 de septiembre, y en la ciudad vecina de Sanandaj, en la provincia del Kurdistán. Los manifestantes corearon "muerte al dictador" y "muerte a Khamenei", el líder supremo del régimen. En Saqqez, los manifestantes furiosos arrancaron una gran pancarta de Khamenei. En Sanandaj, arrancaron una gran pancarta del comandante terrorista muerto de la Fuerza Quds, Qasem Soleimani. El régimen respondió utilizando escopetas contra los manifestantes.

En los últimos 44 años de reinado de los mulás en Irán, el ciclo de opresión de las mujeres nunca se ha detenido. De hecho, se ha intensificado, y se ha vuelto más sistemático. La continua asfixia de la libertad y los derechos fundamentales de las mujeres iraníes, es un hecho cotidiano en Irán.

En 2020, la agencia de noticias estatal Fars, nombró a 25 organismos gubernamentales que actúan en el ámbito de la imposición y propagación del hiyab. Posteriormente, otros medios de comunicación nombraron a otras instituciones, hasta el punto de que este año, la Media Luna Roja también anunció sus actividades voluntarias con los mismos objetivos. Fue en abril de 2022, cuando el secretario general de la Media Luna Roja, anunció su entrada en el campo de la promoción del hiyab y la castidad. Hace unos meses, el régimen anunció la creación de dos nuevas organizaciones represivas, para "controlar la falta de hiyab". El mandato de estas nuevas entidades de represión se está completando, y sus políticas se van a dictar a 120 oficinas gubernamentales. Cada oficina está obligada a manifestar la forma de aplicar estas políticas restrictivas a sus empleadas.