Los oídos sesgados no oyen: cómo el mundo se privó de la verdad sobre el programa de armas nucleares de Teherán

By Amigos españoles de Irán libre - junio 17, 2022

 


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Desde agosto de 2002, el mundo tiene un nuevo problema: un régimen canalla, incapaz de cooperar e incompatible con el estado de derecho internacional, fue sorprendido desarrollando un programa clandestino de armas nucleares. Aunque el Consejo Nacional de la Resistencia iraní sonó las alarmas, fue muy poco valorado y hay un nuevo informe del Wall Street Journal, que remarca el daño.

Según el propio Wall Street Journal, Teherán ha tenido acceso a "informes secretos del organismo atómico de las Naciones Unidas", desde principios de 2000. Citan a funcionarios de inteligencia de Oriente Medio diciendo que, "los registros iraníes circularon entre 2004 y 2006 entre altos funcionarios militares, gubernamentales y del programa nuclear iraní", y que "Irán podría diseñar respuestas que admitan lo que el OIEA ya sabe, regalar información que probablemente descubrirá por su cuenta, y al mismo tiempo, ocultar mejor lo que el OIEA aún no sabe y que Irán quiere mantener así".

Una mirada al historial de revelaciones nucleares del NCRI, en particular durante y después de la conferencia de prensa de agosto de 2002, en Washington DC, en la que se revelaron los emplazamientos de Natanz y Arak, muestra lo mucho que hemos tratado de advertir al mundo, sobre que "los Guardias Revolucionarios (Pasdaran) han entrado en el programa de armas nucleares del régimen", para acelerar el desarrollo, así como para aumentar la ocultación, y engañar a los expertos del OIEA en la visita a sus emplazamientos nucleares.

Tras revelar el Centro de Investigación Tecnológica de Lavizan-Shian el 15 de mayo de 2003, el régimen arrasó el emplazamiento, y desenterró todas las pruebas antes de que el organismo de control nuclear tuviera la oportunidad de visitarlo. Otros emplazamientos, como Parchin, Lavizan II, Lashkar Abad y la Universidad Malek Ashtar de Teherán, nunca han sido realmente inspeccionados de forma independiente, y la mayoría de los emplazamientos del régimen han estado prohibidos bajo el pretexto de ser una zona militar. La agencia aún tiene en su lista varios lugares, en los que los rastros nucleares siguen sin estar claros y sin respuesta.


Además de Mohsen Fakhrizadeh, que estaba a cargo del programa de fabricación de bombas, expusimos a decenas de otros científicos y funcionarios nucleares, como el general de brigada Seyed Ali Hosseini Tash, Mohamad Amin Bassam, Fereydoon Abbasi, por nombrar algunos, Teherán logró mantener a casi toda su gente involucrada en el desarrollo de armas nucleares, lejos de ser interrogada por el OIEA.

A pesar de la confianza generalizada en la comunidad de inteligencia estadounidense, de que Teherán había cesado las actividades relacionadas con su programa de armas nucleares después de 2003, la resistencia iraní siguió sacando a la luz las pruebas de explosivos nucleares, así como el enriquecimiento por láser en el emplazamiento de Parchin, el proyecto secreto del régimen iraní para producir plutonio 210 y berilio, para fabricar detonadores de bombas atómicas, el proyecto de compuestos de matriz cerámica, el proyecto de tratamiento térmico de envejecimiento de acero y el proyecto de obtención de tritio, entre muchos otros.

Sin embargo, por alguna razón, varios gobiernos y muchas publicaciones importantes, prefirieron considerar estas revelaciones como menos fiables y siguieron confiando en la retórica oficial de Teherán, o de intermediarios vinculados a ella. El NCRI nunca ha cruzado esa línea, permaneciendo inmune a los juegos dobles y a las mentiras del régimen.

La información del NCRI, así como el comportamiento manifiesto del régimen iraní, muestran claramente que Teherán nunca abandonó su programa de armas nucleares. Por el contrario, aprovechó al máximo la política de apaciguamiento de Europa y Estados Unidos, haciendo avanzar su programa, mientras el mundo observa.

El informe del Wall Street Journal habla, y con razón, de "una grave violación de la seguridad interna del OIEA". Sin embargo, el Congreso debería desempeñar su papel, para llegar al fondo de este gravísimo asunto. En una reciente audiencia del Congreso sobre las negociaciones del JCPOA, el presidente de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Menéndez, dijo: "Si Irán comienza a enriquecer uranio al 90 por ciento, ¿qué está dispuesto a hacer Estados Unidos? Utilizando toda la influencia y la disuasión, ¿cómo impedimos que Irán domine el armamento de un dispositivo nuclear?"

Si los líderes mundiales que discuten el expediente nuclear con el régimen iraní, se toman en serio su compromiso de no permitir nunca, que Teherán se dote de armas nucleares, no deberían mirar al lado de la mesa de negociaciones, en busca de respuestas, sino que deberían examinar primero su propia fuente de conocimiento, para la toma de decisiones.



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