Pero los hechos sobre el terreno demuestran que el régimen está de hecho, en un callejón sin salida. Un vistazo a las diversas crisis en las que se ven envueltos los mulás, permite comprender mejor lo desesperados que están Jamenei y su Cuerpo de la Guardia Revolucionaria (CGRI), a pesar de su disputa con la comunidad internacional.

La sociedad iraní es descrita por los expertos como un barril de pólvora a punto de estallar. El odio popular hacia el régimen de los mulás ha alcanzado un nivel sin precedentes, y estamos siendo testigos de la explosión de esta rabia en ciudades y pueblos de todo el país a diario.

El mes pasado, las ciudades de Izeh, Masjed Soleyman, Shahrekord, Ardabil, Teherán, Quchan, Iranshahr y muchas otras, vieron cómo los manifestantes se echaban a la calle para protestar contra la subida de precios y la inflación desenfrenada, especialmente de los alimentos básicos.

Los profesores, considerados una de las ramas más humildes de cualquier sociedad, han celebrado concentraciones en todo el país para protestar contra las políticas de saqueo del régimen, que les han impedido llegar a fin de mes en su jubilación tras décadas de duro trabajo.

A medida que crece la ira, aumentan los informes de personas comunes que atacan a miembros de la policía estatal y otras fuerzas de seguridad en diferentes ciudades, con rifles de asalto y cuchillos. Al mismo tiempo, altos cargos del aparato de seguridad del régimen, expresan su profunda preocupación por la distribución generalizada de armas en el país. Este es el "terremoto" que el régimen de los mulás teme, sabiendo que la sociedad ha llegado a un punto de no retorno y que el impacto de sus tácticas represivas se está desvaneciendo.

El año pasado, Jamenei nombró presidente a Ebrahim Raisi, famoso por su papel durante décadas en las ejecuciones, así como en la masacre de presos políticos del régimen durante el verano de 1988. Jamenei trató de silenciar a la sociedad con Raisi al frente, pero el público iraní creció en protesta como respuesta.

A pesar de un aumento inicial en las exportaciones de petróleo a China, la guerra en Ucrania ha convertido al petróleo ruso en la opción preferida de los chinos,  dejando al petróleo más pesado de Irán como la menos deseable, y una vez más, los mulás enfrentan la carga de las sanciones.

En respuesta, el régimen está imprimiendo más dinero hasta el punto en que su propio exjefe del Banco Central describe al gabinete de Raisi como el “sultán de la impresión de dinero”. Solo en los últimos meses se han impreso alrededor de 1,4 cuatrillones de riales. Esto equivale a alrededor de UDS$4.48 mil millones.

Con el régimen subiendo recientemente el precio del pan, Jamenei obviamente está desesperado por dinero en efectivo para impulsar las iniciativas de su régimen (armas nucleares, misiles balísticos, drones, terrorismo y represión interna), aun sabiendo que tales políticas pueden desatar nuevas protestas y levantamientos en todo el país en un futuro no tan lejano.

Al mismo tiempo, el régimen se enfrenta a crisis internacionales que se intensifican cada vez más. Economistas y expertos vinculados al régimen de Irán, advierten constantemente que la única forma de salir del estancamiento socioeconómico actual, es revivir el acuerdo nuclear de 2015. Pero después de más de un año desde que se reanudaron las conversaciones en Viena, las perspectivas de llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear de Irán son peores que nunca. Un informe reciente de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), destaca que Teherán no ha aclarado cuestiones pendientes a pesar de grandes esfuerzos, para que los funcionarios iraníes expliquen la presencia de material nuclear en varios sitios.

A medida que el régimen continúa lidiando con sus crisis, Jamenei enfrentará decisiones difíciles, ninguna de las cuales parece brillante.