¿Qué lecciones puede aprender Bélgica que nunca aprendió Francia?
El tratado entre Irán y Bélgica para intercambiar prisioneros ha causado indignación mundial, ya que puede llevar a la liberación del diplomático-terrorista encarcelado de Teherán, Assadollah Assadi.
Assadi fue detenido en 2018 junto con tres cómplices, quienes conspiraron sin éxito para atentar contra el mitin de la oposición iraní en Francia.
Si se aprueba el tratado, facilitaría la repatriación de Assadi, a cambio de los nacionales belgas que Teherán tiene como rehenes.
Aunque Bruselas trata de encubrir este desacertado tratado con Teherán, invocando preocupaciones humanitarias, parece que este acuerdo tiene algunos intereses económicos no sólo para Bélgica, sino también para otros países, especialmente Francia.
"Este tratado parece tener como resultado la liberación de uno o varios ciudadanos con doble nacionalidad y rehenes franceses en Irán. Pero más allá de este acuerdo, los europeos intentan facilitar la obtención de beneficios en petróleo y gas iraníes", escribió el sitio web en lengua persa de Radio Francia Internacional (RFI), el 1° de julio.
Político también destacó este hecho, subrayando que este tratado "se produce cuando los líderes europeos tienen pánico a los precios de la energía, y están cada vez más deseosos de reparar las relaciones con Irán, con la esperanza de que la República Islámica, pueda reanudar su papel de gran proveedor de petróleo y gas".
Sacrificar los derechos humanos y otros valores democráticos que Europa ha apreciado durante mucho tiempo, podría sentar un peligroso precedente, pero, ¿es ésta la primera vez?
Francia, aparentemente la principal impulsora del tratado Irán-Bélgica, según los observadores, ha sufrido enormemente el terrorismo, pero aparentemente, no ha aprendido del pasado.
Desde 1980, Francia se ha convertido en un campo de juego para los terroristas del régimen. En 1982, el terrorista libanés, Anis al-Naqqash, fue sorprendido in fraganti intentando asesinar al último Primer Ministro del Sha. En 1982, Hezbolá, apoyado por Teherán, secuestró en Líbano a 106 ciudadanos extranjeros, entre ellos 16 franceses, lo que se denominó como la "crisis de los rehenes en Líbano", la cual duró años. Esta crisis se produjo poco después que los atentados terroristas, perpetrados por los apoderados de Teherán en Beirut, mataran a 241 estadounidenses y 58 franceses.
Entre 1985 y 1986, dos terroristas, Fouad Ali Saleh y Lofti Ben Khala, y su grupo llevaron a cabo varios atentados en Francia, matando a 14 e hiriendo a otros cientos de personas. Ambos terroristas fueron detenidos en 1986, y admitieron haber estado en estrecho contacto con el Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán (MOIS), así como con la Guardia Revolucionaria (IRGC).
Para conseguir la liberación de sus rehenes, París optó por el apaciguamiento en lugar de la firmeza, entablando negociaciones con Teherán. Aceptó las exigencias del régimen iraní, para presionar a la oposición iraní en Francia. Pero eso no impidió que Teherán causara estragos en dicho país.
En 1987, pruebas confirmaron el rol de la embajada iraní en Francia en los atentados, y de su supuesto traductor, Vahid Gordji, lo que llevó al juez Gilles Boulougne a emitir una orden de aprehensión contra Gordji. Éste último se refugió en la embajada, y fue puesto bajo vigilancia.
Mientras tanto, en Teherán, el CGRI detuvo a un diplomático francés y rodeó la embajada de Francia en la capital iraní. Tras meses de negociaciones, París se rindió a la extorsión de Teherán, permitiendo a Gordji salir de Francia.
Más tarde se supo que Charles Pasqua, quien negociaba con los iraníes el destino de los rehenes franceses, había ofrecido intercambiar a Gordji por éstos.
El débil enfoque de París hacia el terrorismo de Teherán, animó al régimen a llegar al extremo de intentar bombardear la reunión de la Resistencia iraní en 2018, en el corazón de París. La oportuna actuación de los servicios de seguridad europeos, evitó la muerte de miles de personas, entre ellas, reconocidos dignatarios de ambos lados del Atlántico y demás regiones.
Parece que las potencias occidentales, especialmente los gobiernos europeos, no han aprendido ninguna lección del pasado. Winston Churchill dijo una vez: "Un apaciguador es aquel que alimenta a un cocodrilo, con la esperanza de que éste se lo coma al final". Los europeos deberían estar seguros que los mulás, no esperarían demasiado para infligir más dolor en el continente verde, mientras disfrutan de impunidad.
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