Irán: El discurso de Khamenei reveló su temor a los futuros peligros nacionales e internacionales
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El 26 de abril, el mismo día en que la judicatura del régimen iraní confirmó condenas de 16 años de prisión contra dos estudiantes de élite, quienes habían sido premiados por su activismo contra el establishment gobernante, el Líder Supremo del régimen celebró una reunión con una multitud, a la que llamó "estudiantes y miembros de organizaciones estudiantiles" para advertir a sus seguidores sobre lo que está ocurriendo en las universidades del país.
Recordando los primeros días después de la revolución de 1979, y contradiciendo los acontecimientos que convirtieron a la mayoría de los estudiantes iraníes en disidentes políticos, Khamenei señaló: "Desde el principio, se enfrentaron en nuestras universidades dos puntos de vista completamente opuestos, es decir, 'el punto de vista de la revolución dirigida por el Imán Jomeini' y 'el punto de vista del movimiento reaccionario y contrarrevolucionario'. La revolución veía a la universidad como un centro de producción de ciencia y crecimiento científico, y por tanto, proveedor de poder nacional, pero el movimiento contrarrevolucionario quería que las universidades se convirtieran en centros de aprendizaje de las invaluables reliquias de la educación occidental buscando transformar el país en una sociedad de consumo de productos occidentales".
"Más tarde, se establecieron asociaciones islámicas universitarias, seguido por los Movimientos Basij, tanto Estudiantil y como Académico, para levantar las banderas revolucionarias en las universidades", añadió el Líder Supremo, refiriéndose a la represión nacional del mundo académico que fue denominada por Jomeini como "la Revolución Cultural".
A continuación, Khamenei comenzó a insistir en el motivo principal de su sermón. Hablando largo y tendido, reveló su preocupación por los peligros de la universidad indicando: "La República Islámica puede estar orgullosa de su universidad, pero también puede preocuparse por ella. El movimiento reaccionario y contrarrevolucionario, que tiene vínculos con las potencias extranjeras, sigue activo y tiene una agenda para las universidades, con el apoyo y la orientación de las políticas neocoloniales. Por lo tanto, deberíamos estar preocupados".
Despreciando a la disidencia nacional al vincularla con fuentes extranjeras, Khamenei añadió: "Según la mentalidad occidental, el gran patrimonio de pensamiento y cultura del país debe ser menospreciada o borrada, y el gran número de jóvenes que quieren subir a las colinas del honor y la dignidad nacionales, deben enfrentarse a la desesperación y la angustia, y se debe inyectar un sentimiento de rechazo en la generación joven. Por eso, debemos preocuparnos y afrontar esta situación".
Las declaraciones del Líder Supremo también reflejaron su profunda preocupación por la radicalización a través de la sociedad iraní. Al tiempo que reconocía indirectamente la frustración nacional, se defendía de las feroces críticas a su gobierno elegido a dedo. "Cuando una dirección revolucionaria dirige el país, hay que hacer uso de exigencias razonables, lo que impide que algunos duden de la importancia del papel de los estudiantes", dijo.
"Evitar el comportamiento duro no significa transigir y adular, y nunca he dado ni daré ese consejo a los jóvenes y estudiantes, pero el propósito de este consejo es evitar la literatura dañina y sarcástica, que desgraciadamente también se ha vuelto muy común en el ciberespacio hoy en día", agregó Khamenei.
Khamenei también se tomó tiempo para explicar su pensamiento sobre asuntos internacionales. Sus declaraciones mostraron una gran preocupación por la forma en que la guerra en Ucrania afectará al aliado de su régimen, Rusia, y al estatus de su régimen en el mundo.
"Hoy, el mundo está en vísperas de un nuevo orden internacional, que está tomando forma tras la era del orden mundial bipolar hacia la teoría de un orden mundial unipolar", dijo Khamenei. "La reciente guerra en Ucrania debe examinarse más profundamente y en el contexto de la formación de un nuevo orden mundial, al que probablemente seguirán procesos complejos y difíciles. En estas nuevas y complejas circunstancias, todos los países, incluida la República Islámica, tienen el deber de mantener su autoridad dura y blanda, para garantizar que no se dejen de lado los intereses y la seguridad del país".
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