El derrocamiento del fascismo religioso
La dictadura religiosa de Irán ha traspasado nuevas fronteras en materia de violaciones de derechos humanos y supone el mayor desafío para la comunidad internacional. La respuesta a este desafío es vital no sólo para nuestro pueblo, sino también para la paz mundial.
Ante este reto, en general se plantean dos opciones:
1- Compromiso con el régimen de los mulás para contenerlo o iniciar un cambio gradual. Durante las últimas dos décadas, los países occidentales han suscrito este enfoque.
2- La otra opción es derrocar a los mulás a través de una guerra externa, como ocurrió en Irak. Nadie querría que esto se repitiera en Irán.
Los mulás de Teherán y los que tienen interés en mantener el statu quo afirman que cualquier cambio serio llegará a través de una guerra exterior y que no hay otra opción que el compromiso. Pero nosotros decimos que hay una tercera vía: el cambio por parte del pueblo iraní y su Resistencia.
Si se eliminan los obstáculos extranjeros, el pueblo iraní y su Resistencia son capaces y están preparados para este cambio, y esta es la única manera de evitar una guerra extranjera.
Ninguna concesión disuadirá a los mulás de perseguir sus nefastos objetivos. Darles concesiones no es una alternativa a una guerra exterior y no les disuadirá de sus siniestros designios. Recordemos que, tras el Acuerdo de Múnich de 1938, Sir Winston Churchill dijo a la Cámara de los Comunes: "Tenían ustedes que elegir entre la guerra y el deshonor. Elegiste el deshonor y tendrás la guerra. No repitamos la experiencia de Múnich con los mulás con armas nucleares.
La democracia como respuesta al extremismo
El régimen de Irán es una teocracia medieval que no tiene capacidad para reformarse. El principio del Líder Supremo es el pilar de la Constitución vigente y no puede ser modificado, ni siquiera a través de un referéndum. Es la base de todas sus leyes y prácticas. Este principio sitúa al ejecutivo, al legislativo, al judicial y a las fuerzas armadas totalmente bajo el control del Líder Supremo. Este principio no da valor al voto popular. Las mascaradas electorales no son más que medios para consolidar el control del Líder Supremo. La misoginia es inherente a este régimen y se utiliza como medio para encadenar a toda la sociedad iraní. El fascismo religioso necesita la exportación del fundamentalismo para sobrevivir.
Vuelvo a advertir: las políticas europeas como el diálogo crítico, el compromiso constructivo y el diálogo sobre derechos humanos no cambiarán nada en este régimen. La complacencia no puede contener ni cambiar este régimen. Tampoco puede evitar otra guerra. La complacencia sólo anima a los mulás. La respuesta al fundamentalismo islámico es la democracia.
No tenemos que elegir entre la complacencia y la guerra. Existe una tercera vía. El pueblo iraní y su resistencia organizada tienen la capacidad de lograr el cambio.
Irán tiene una civilización antigua y una rica cultura. Es la cuna de la civilización islámica. Ha sido el hogar de tres grandes movimientos y revoluciones en el siglo XX.
Otro gran engaño es decir que esta sociedad se sometería a este régimen medieval. A pesar de la brutal represión, se han producido revueltas en todo el país. Las protestas de la sociedad reflejan la aspiración del pueblo iraní a un cambio de régimen.
La presencia de una resistencia organizada con 120.000 mártires y más de medio millón de presos indica la profundidad e intensidad del rechazo a este régimen dentro de la sociedad iraní.
Al formar una alternativa pluralista, una red social extendida y un ejército de liberación, la Resistencia tiene suficiente poder y potencial para lograr el cambio en Irán. Ha liderado el movimiento del pueblo iraní por la democracia en las circunstancias nacionales y regionales más difíciles.
Desde el punto de vista político, esta bárbara represión sólo refleja el miedo de los mulás a ser derrocados por el pueblo iraní y su resistencia.
¿Por qué la tercera vía?
¿Por qué en todas sus gestiones internacionales los mulás exigen más presión sobre el movimiento de resistencia? ¿No refleja esto la paranoia de los mulás sobre la tercera vía?
El movimiento de resistencia tiene profundas raíces en la sociedad. La Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán (PMOI/MEK) es su columna vertebral.
La red de la PMOI, que cuenta con una amplia base popular en todo Irán, organiza y dirige las protestas sociales, proporciona al movimiento apoyo financiero e inteligencia, y ha puesto al descubierto los programas clandestinos nucleares, de misiles y terroristas del régimen de Teherán.
Con una concepción democrática y tolerante del Islam, la PMOI es la antítesis del fundamentalismo y ha denunciado y aislado la interpretación violenta y retrógrada de los fundamentalistas. El mensaje de la PMOI es que los mulás iraníes no representan al Islam y son sus enemigos.
El Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNI) es una coalición de fuerzas democráticas que quiere una república basada en la separación de la religión y el Estado. Más de la mitad de sus miembros son mujeres. Con miembros de minorías religiosas y étnicas, y de diferentes tendencias políticas, el NCRI representa a la mayoría de la sociedad iraní y garantiza la unidad de Irán tras el derrocamiento de los mulás para un traspaso de poder pacífico.
Hemos pedido elecciones libres bajo los auspicios de las Naciones Unidas en varias ocasiones. Sin embargo, los mulás nunca lo aceptarán. Para nosotros, la democracia no es sólo un programa político, sino también un ideal por el que 120.000 miembros de la gran familia de la Resistencia, entre ellos seis miembros de mi familia, han sacrificado sus vidas. El propio NCRI se ha comprometido a celebrar elecciones libres para una Asamblea Constituyente en el plazo de seis meses tras el cambio de régimen y el traspaso de los asuntos a los representantes elegidos por el pueblo con el fin de curar las profundas heridas de la sociedad causadas por ochenta años de dictadura.
Respetando los pactos internacionales, los intereses por la paz y la convivencia, queremos un Irán pacífico, libre de todas las armas de destrucción masiva. Queremos reconstruir Irán, arruinado por los mulás, con la participación de la población, el regreso de los expertos y la riqueza que huyeron de Irán y con la amistad del resto del mundo.
No queremos que Occidente nos dé dinero o armas. Queremos que se mantenga neutral entre la resistencia iraní y el régimen gobernante y que no niegue el derecho a la resistencia.
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Discurso en una reunión en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, 15 de diciembre de 2004
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