La revolución iraní de 1979, una prueba fallida para los mulás
By Amigos españoles de Irán libre - febrero 08, 2022
Promesas huecas
La revolución islámica de Irán sacudió al mundo en 1979, con repercusiones que aún se sienten hoy. Décadas después, en vísperas del 43º aniversario de la revolución, los efectos de este acontecimiento decisivo merecen ser recordados.En los primeros días de la revolución de 1979, los mulás se oponían a todo lo que percibían como "occidental". La libertad de expresión fue una de las primeras víctimas del oscuro reinado de los mulás.
De hecho, la serie de grandes promesas como la "libertad", la "educación gratuita", el "reparto de los beneficios del petróleo de Irán con los civiles", la "electricidad gratuita" y los "derechos de las mujeres" realizadas por el fundador de la República Islámica, Rohollah Jomeini, no tuvieron ni siquiera la oportunidad de cumplirse. En pocos meses, todas estas promesas resultaron ser mentiras. No sólo la electricidad y el agua no son gratuitas, sino que muchas personas, sumidas en la pobreza, no pueden pagar sus facturas. Hoy en día, el gas ha sustituido al petróleo como combustible doméstico, pero es caro y la gente limita su uso incluso en los inviernos gélidos.
El estado de los mulás, un sistema de desorden colosal
Pocas semanas después de la revolución iraní de 1979, Jomeini comenzó a atacar a las minorías, la oposición política y los derechos de las mujeres. Todo el mundo esperaba que la revolución diera la oportunidad a las diferentes organizaciones políticas de expresar su visión de un nuevo Irán. El clero secuestró la revolución y engañó a mucha gente. Las mujeres de Irán, en particular, se convirtieron en el objetivo de una serie de restricciones. En 1981, el velo pasó a ser obligatorio para todas las mujeres iraníes mayores de 9 años. Siguieron otros cambios: la segregación por sexos en el lugar de trabajo, en las escuelas, en las playas y en los eventos deportivos. Y una serie de nuevas leyes que regulan el divorcio, la custodia de los hijos, la herencia, la ciudadanía y el castigo, que inclinan la balanza en contra de las mujeres.
Se ha impuesto la censura en todas las publicaciones, medios sociales e Internet. La mayoría de las redes sociales, como Twitter, Facebook, YouTube y Telegram, están prohibidas en Irán. Irán ocupa el puesto 173 de 180 países en materia de libertad de prensa.
En los últimos 43 años, la moneda iraní ha perdido la mayor parte de su valor. Antes de la revolución, un dólar estadounidense equivalía a siete tomanes. Sin embargo, hace unos meses, el tomán alcanzó un mínimo histórico de 30.000 tomanes por dólar. Debido al colapso de la economía iraní, estas fluctuaciones tienen un efecto directo en el precio de los bienes de consumo cotidiano. La inflación de los precios de los alimentos ha superado el 45% y los empobrecidos iraníes han tenido que recurrir incluso a la compra de pan a plazos.
En los últimos 43 años, muchas fábricas, grandes y pequeñas, han quebrado debido a la mala gestión del gobierno, la falta de apoyo a los productos nacionales y la importación de bienes similares al tipo de cambio del gobierno. El tipo de cambio gubernamental es mucho más bajo que el del mercado libre y proporciona enormes beneficios a los importadores, que son en su mayoría élites del régimen.
Debido a la actual situación política, social y económica, miles de iraníes emigran cada año con la esperanza de una vida mejor. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre 150.000 y 180.000 iraníes con estudios abandonan Irán cada año. Irán ocupa el primer lugar entre los 91 países subdesarrollados del mundo en cuanto a fuga de cerebros.
Ahora mismo, los iraníes tienen que enfrentarse a muchos problemas a diario, desde alimentar a sus familias hasta pagar el alquiler y las facturas. Es una parodia que los habitantes de un país con las segundas mayores reservas de gas y las terceras de petróleo del mundo sufran la pobreza.
Hoy en día, Teherán es una de las ciudades más contaminadas del mundo, pero otras grandes ciudades como Isfahan (centro), Ahvaz (suroeste), Hamadan (noroeste) y Arak (centro) no están mejor.
El historial de derechos humanos de Irán es espantoso y las perspectivas siguen siendo sombrías. El régimen iraní sigue violando los derechos humanos de su propio pueblo, atacando con frecuencia a activistas políticos y de la sociedad civil, así como a minorías religiosas y étnicas. Los sistemas jurídicos del régimen están muy lejos de respetar las garantías procesales y los derechos de los extranjeros, y los ciudadanos con doble nacionalidad son sometidos regularmente a detenciones arbitrarias.
Irán se ha visto sacudido por una serie de acontecimientos en los últimos años, desde las protestas masivas contra el aumento de los precios del combustible hasta el asesinato del poderoso comandante iraní Qassem Soleimani. Durante este periodo, los manifestantes volvieron a salir a la calle, espoleados por el derribo "por error" de un avión de pasajeros ucraniano por parte del ejército. Al igual que en protestas anteriores, como en 2009, el gobierno respondió a los manifestantes con una respuesta draconiana y violenta, matando a más de 1.500 personas en las protestas por el combustible de 2019.
El programa nuclear iraní se ha convertido en uno de los temas más controvertidos del mundo, y se considera un problema de seguridad mundial, un programa que ha costado al país miles de millones de dólares.
La luz al final del túnel
A los ojos del pueblo iraní y del mundo, los mulás representan la pobreza, la corrupción, la represión, la alta inflación y el desempleo, el terrorismo, los ahorcamientos públicos y la flagelación. La sociedad civil iraní se está haciendo fuerte para librar a Irán y al mundo del régimen clerical y las protestas diarias en el país son cada vez más fuertes y grandes.
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